viernes, 22 de febrero de 2008

Cadena de despropósitos.

Recuerdo una vez, siendo muy joven (¡Cómo no!), que ví a otro cómo abusaba de alguien. Sinceramente no recuerdo ni quien era, ni en qué consistió el abuso. Esto me dá la pista de que realmente no importaba, el asunto era hacer valerme como machito dominante, y encima quedar como "El machito Justiciero".

Ante esto, me creí con suficiente razón moral como para hacer valer que yo era mayor, y me convertí, sin darme cuenta, en otro abusador más, humillando al presunto abusador. Me sentía muy bien provocando el miedo en esa persona, y ver como su cara reflejaba una sumisión provocada por mi brabuconería.

Menos mal, que cuando iba a consumar mi superioridad, me fijé realmente en su mirada, ojos vidriosos y muy abiertos, boca torcida y apretada, y voz temblorosa diciendo que lo sentía.

No sé realmente lo que pasó, pero al ver dicha estampa, no pude evitar ponerme en su lugar, y por ende, en lugar del pobre con el que él mismo había comenzado esta cadena sin sentido. Pensé, ¿Y si él estaba haciendo lo mismo que yo, si el primero era realmente el segundo eslabón?¿Y si viene alguien por detrás y me hace lo mismo pensando en que yo soy como el que estaba humillando?

Toda la fuerza moral que me inchó las venas, desapareció, viendome como un ser injusto, adoptando un papel que realmente no me correspondía, y ciertamente patético.

El hecho es que esta situación nunca se me ha olvidado, por eso ahora antes de juzgar a alguien, me lo pienso dos veces, ya que odiaría convertirme en un adalíd de la razón, alquien que dice lo que está bien y lo que no está bien, o lo que es peor, quien es bueno y quien es malo.

¡Qué equivocados están lo que catalogan a los demás! Creo que sólo demuestran su falta de capacidad de analizar la realidad, falta de empatía y falsa seguridad en sus ideas.

Pero, ¡Claro!, puedo estar equivocado.....