viernes, 12 de noviembre de 2010

La magia de la literatura: tardes de Chiribin

Seguro que si te suena el título, estuviste en los años 70 en el campamento de Teresa. Julio, Movimiento Junior, Mossen Serafín.... reucuerdos de una pasado ya lejano que a muchos nos marcó, y que, en ningún caso, los que estuvimos hemos olvidado. No porque nos marcara en nuestra personalidad, tampoco porque significó un punto de inflexión en nuestras vidas, sino porque en pleno pase de la infancia a la adolescencia tuvimos una vivencias únicas en su género, para cada uno de nosotros.

Tal es así que en la despedida de uno de los partícipes se formó el circulo de despedida del campamento, 35 años después y tras una vida totalmente alejada de estas vivencias. Podía parece algo totalmente inconexo, sin embargo estoy seguro que todos los que oímos el himno de despedida, sentimos algo revolviéndose en nuestro interior.....

Al hilo de estos pensamientos, me viene al recuerdo emocional, unas tardes en el campamento que aún hoy me evocan la sorpresa que significó descubrir que un simple cuento leído en voz alta podía llamar mi atención y engancharme tanto como las series de la tele, que eran mi único entretenimiento lúdico hasta entonces. El mundo de la lectura de un cuento se apareció como un descubrimiento insólito para mí.

Recuerdo que el primer día, cuando Mossen nos reunió a todos los chavales y nos dijo que todas las tardes iba a leer un capítulo, el resoplido fué unánime. "¡vaya rollo!", "¿no podríamos hacer algo interesante?", "¡Esto va a ser un tostón!", eran los comentarios de protesta que todos nos hacíamos.

No sé si fué por el tono de su voz, la forma que tenía de leer o cómo nos miraba al finalizar un párrafo, o los diálogos, pero consiguó cautivarnos a todos, haciendose un silencio total al finalizar el capítulo. Ya para el resto de los días del campamento parecía que le exigiéramos que comenzara... y enfadándonos cuando acababa.

De hecho es lo que más recuerdo de aquel verano. algo que aún hoy sigue siendo sorprendente para mi.

No pretendo decir que fuese una inspiración, pero fué tal el choque que aún hoy recuerdo las sensaciones. Supongo que por lo novedoso para mí de la situación vivida.

No recuerdo ni la historia, ni los hechos que se narraban, tampoco se porqué me gustaba, ni porque esperaba con ánsia el momento en que Mossen Serafín cogía el pequeño librito y nos convocaba para leer un capítulo. Sólo recuerdo la voz del mossen leyendo y el nombre del protagonista: Chiribín. La rabia cuando finalizaba el capítulo, y Mossen cerraba el librito, riendo ante nuestras protestas para que continuara, cosa que ningún día conseguimos.

Es más, estoy seguro que si lo volviera a leer, la realidad frustaría este recuerdo que realmente guardo con cariño, pero esto ya me ha pasado con otras muchas cosas. Esto me hace pensar que no importan los hechos que suceden en nuestras vidas, lo que realmente importa y marca, son las sensaciones que vivimos con dichos hechos. Y si intentamos volverlos a reproducir, nunca va a ser igual, aunque los hechos sean idénticos.

El tiempo ha pasado, algunas de las personas que estaban, ya no están con nosotros, sin embargo el recuerdo permanece impertérrito en mi mente.

Algún comentario me ha llegado negativo de Mossen Serafín, pero a pesar de ello, al evocar su cara no puedo más que sentir una sensación de paz. Por esta y muchas otras cosas, siempre he pensado que ha sido una buena persona, con sus ideas que muchos tildamos de retrógadas, anticuadas, pero con la convicción de sus buenas intenciones. De recibo es indicar que él era un Mossen a la antigua usanza, me llamaba mi atención que vistiera siempre con sotana, pero siempre me pareció un hombre honesto, a su manera, cabal, y con la vocación de ser buena persona. En definitiva, guardo un buen recuerdo de él.

Desde entonces simpre dudo al acometer la lectura de cualquier libro, porque sé que siempre voy a protestar internamente si tengo que interrumpir su lectura, y tener que esperar la continuación al día siguiente, siempre recordaré esas protestas porque quiero leer más....crear un mundo en mi mente sin pausa...

En definitiva, gracias Mossen por aquellas tardes, y por descubrirme un mundo donde las imágenes las crea tu propia mente a partir de las palabras escritas. ¡Qué diferente a los relatos en que también las escenas las hacen otros, ya te dán las caras, los lugares, y no dejan que tu imaginación trabaje! ¡Claro que a todos les gusta más el libro que la película! ¿Como puede competir una realidad a la propia imaginación?

A Mossén Serafín Sorribes Carceller.